Kruger NAtional Park
Historia y origen de la mayor reserva de caza de Sudáfrica.
En las últimas décadas, el ser humano ha empezado a tomarse en serio la protección de la materia prima más importante que existe, “la tierra”, a través de ciertas actuaciones administrativas, como son declarar y establecer Áreas Protegidas con la finalidad de conservar la naturaleza. Bien sea por demarcaciones y limites nacionales o transfronterizos, cada vez existe una mayor conciencia y respeto por el medio en el que vivimos y por ende, ajustamos nuestras actividades a las condiciones naturales. Esto nos lleva a la tan utópica y deseada “sostenibilidad”. Una meta que a medio plazo parece inalcanzable ya que conlleva el reordenamiento de nuestra educación y cultura, pero que con un poco de trabajo y esfuerzo por parte de las administraciones públicas de la comunidad internacional podría llegar antes de lo que pensamos. No obstante, la tarea es dura y ardua.
Un ejemplo pionero de actuación humana sostenible con el medio es lo que están haciendo en Sudáfrica, en el Kruger National Park. Para entender la situación actual, hay que echar un vistazo a su historia que no ha sido un camino de rosas. A finales del primer milenio de nuestra era (hacia el 800 d.c), los árabes empezaron a expoliar la zona en busca de esclavos, caza y minas de hierro para el trueque. La primera constancia de europeos en la zona data del año 1.725, cuando un explorador de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, François de Cuiper, lideró varias expediciones, todas ellas atacadas y malogradas por los asentamientos de las tribus locales.
En 1845 nació el primer asentamiento europeo en la zona de la mano del italiano Giovanni Albasini, se abrieron nuevas rutas comerciales de carretas hacia los puertos donde se vendían las pieles y los cuernos de la caza, y la zona se convirtió en un buen refugio para pistoleros y furtivos de la ley.
En 1.873 se descubrió oro por primera vez en Pilgrim´s Rest (Cañon de Blind) y esto provocó una avalancha de cazafortunas cuya ambición fue más poderosa que todos los peligros que encerraba aquella parte del mundo: leones, leopardos, guepardos, hipopótamos, cocodrilos y la malaria…
En 1.896 el virus Rinderpest y la sobre explotación de la caza desoló la precaria fauna que quedaba. Para asegurar el futuro de la región, se organizaron los primeros cotos de caza, donde se trabajó para regular la explotación de los recursos y sobre todo el furtivismo. Se cerraron los asentamientos alrededor de los cotos y reservas de caza, alejando al ser humano y creando un perímetro donde la fauna se recuperara. Esto creó un dilema para el gobierno ya que eran muchas las personas cuyo sustento dependían de la explotación de la caza y los recursos de la zona.
En un acto de conciliación, el gobierno colonialista Inglés agrupó todos los cotos de caza y las reservas bajo el nuevo nombre de Paul Kruger y lo declaró el primer parque nacional de Sudáfrica en 1926.
El parque abrió sus puertas en 1.927 con una entrada de £1 para los “turistas” y aunque fueron pocas las visitas durante los primeros años, en 1.935 se alcanzó la friolera cantidad de 26.000 visitas, demostrando que otro sistema de explotación de los recursos (que no fuera la caza intensiva y para conjugar binomio ser humano vs. fauna/flora), podía ser viable, sostenible y exitoso.
No se hicieron cambios importantes hasta la década de los años 60, la era más moderna, cuando aumentó la conciencia sobre los graves problemas de escasez de agua y donde nacieron proyectos como “Agua para la vida salvaje”, donde se construyeron 300 molinos de viento que abastecían de agua a la fauna. En un principio parecía una buena idea, pues el problema del agua era y es terrible en África, muriendo anualmente muchísimos animales. Estos pozos de agua atraían a muchos herbívoros; impalas, ñus y cebras, pero también a muchos depredadores. Con el tiempo, aumentaron tantos los depredadores que extinguieron a varias especies de herbívoros, entre ellas el Antílope Ruano, el cual no pudo competir. La dirección del parque tomó la determinación de cerrar los pozos y dejar que la naturaleza siguiera su curso…
En la actualidad, el Kruger N.P. se ha convertido en uno de los destinos turísticos de observación de fauna y flora salvajes sostenible más valorados, lo visitan 1,2 millones de personas anualmente. Cuenta con modernos campamentos dentro de sus fronteras y una excelente red de carreteras y carriles que permiten al visitante la libertad de obtener un contacto y una experiencia con el medio natural inigualable.